«Nuevo y tiempo» lo conjugamos para lanzar un desafío; atrevernos a luchar por los objetivos, que fueron la causa del asesinato de Romero.

En El Salvador, como en toda América Latina, la iglesia católica Romana, tiene un registro en la historia, como el poder de dominación del espíritu para intereses terrenales.

La iglesia Católica Romana, siempre, desde su ascenso como iglesia del Estado, ha sido una aliada fundamental para el poder militar y el poder político.

Desde el medioevo, cuando la corriente de Pedro se impuso contra los otros grupos neo-cristianos, fue tomando un sentido de dominación por medio de sus documentos y organización que presumía de ser la verdad absoluta, a tal punto logro su influencia, que Constantino y Teodosio ( 27 de febrero del año 380 ), emperadores Romanos, miraron en esa nueva religión, la clave para someter a las poblaciones, era inevitable, altos funcionarios del imperio ya se estaban convirtiendo a ese cristianismo, por lo tanto, el emperador y su madre, Elena, vieron en ese riachuelo  efervescente la ocasión histórica para darle aire nuevo a sus políticas de Estado, combatiendo a muerte otras corrientes cristianas y otras formas culturales religiosas.

De esa forma, el cristianismo se convirtió en la iglesia del imperio, todo lo contrario de lo que predicó el tal Jesús de Nazareth, palestino, estudioso y rebelde; combatió contra los cánones de los judíos y contra los Romanos, pero el imperio lo mató y le robó su legado.

Pasaron los siglos, y por los años 60s, en sur América, un contingente de sacerdotes se citaron para darle vida a lo que conocemos como » Iglesia popular «, del cual nacieron varios documento importantes de los encuentros en Medellin, Colombia en 1968 y en Puebla, México en  1979, escribiéndose importantes documentos sobre » la opción por los pobre y la juventud «, sobre el papel de la iglesia en la sociedad; la iglesia católica romana en suelo Americano, tomaba nuevas alas.

Hijos de esos encuentros teológicos, cristológicos y sociales, nacieron los nuevos pensamientos sociales de la iglesia, la teología de la liberación, la que plantea muchas cosas, entre otras, la defensa de la vida ante el neoliberalismo salvaje, la justicia social, la construcción del paraíso a partir de la liberación social y política de los pueblos, etc.

Arnulfo Romero no comulgaba esas ideas extrañas, Romero fue, en sus primeros años como sacerdote, un peón de la oligarquía Salvadoreña, cumplía disciplinadamente sus misiones anticomunistas, contra la masonería, contra toda idea dentro de la iglesia que se salieran del canon establecido por las jerarquías eclesiásticas en sintonía con las dictaduras, cuyo silencio ante las injusticias era recompensado con todo tipo de bienes y ascensos.

De no haber sido por el martirio de Rutilio Grande, sacerdote que iluminó a Romero, su amigo, asesinado por manos de la dictadura, a lo mejor, Romero se hubiera demorado más tiempo en asimilar la cruda realidad Salvadoreña de esos años.

Cuando Romero vivió la noche de las plegarias cerca del cadáver de su amigo, inició el largo camino hacia la liberación del pensamiento, podemos decir, que tuvo que morir Rutilio, para provocar en Romero una chispa especial; desde luego, fue una serie de acontecimientos, muertes de otros sacerdotes, catequistas, etc.

Que impulsaron a Romero a una desviación crucial en su vida como hombre y definitiva como sacerdote. Las esposas de los oligarcas incidieron para que Romero ascendiera a grado de Monseñor, seguras que sería un siervo de la dictadura, sin embargo, la historia dio vuelta, y el sacerdote de las ultraderechas, no se paso a las izquierdas, se paso al lado de la gente que sufría, entre la gente pobre estaban, como es natural, mucha gente de las izquierdas.

Podríamos decir, que Rutilio Grande jugó el papel de Juan el Bautista, Romero sabía, que solo podían haber dos finales, derrotar el militarismo o ser carne de cañón, sucedió lo segundo. En los últimos meses de su existencia, Romero sabía que sería asesinado, rechazo todo tipo de ofrecimientos para brindarle seguridad y se preparó al martirio, nunca se está preparado para la muerte, porque no sabemos que es eso, hasta que se vive en los últimos segundos de vida, en medio de ese clima político de incerteza, la muerte para él, era la única premisa cierta, inevitable, impostergable…

Podríamos resumir algunas cosas: En primer lugar, Romero no fue parte de la teología de la liberación, sin embargo comprendió su valor social y la necesidad de estar de parte de la gente pobre y explotada, en segundo lugar, la muerte de los sacerdotes, torturas y desapariciones de miles de feligreses detonó en Romero la indignación, la gente de su iglesia estaba siendo asesinada por sospechas, y tercero, Romero se transformó como persona, dejó de ser el sacerdote sumiso, esclavo de las jerarquías católicas cómplices de los genocidas, denunció en el Vaticano las injusticias, al no ser escuchado, comprendió, que las cosas tenían que ser transformadas de raíz, y solamente luchar contra la tiranía era la salida, pero también, los grupos de poder del Vaticano y sus estructuras mundiales, eran cómplices de genocidios globales.

Luego del asesinato de Romero, las derechas Salvadoreñas, el Estado, la diplomacia de las derechas en sus embajadas, la jerarquía Católica en Centro América, se opusieron tenazmente para que Romero fuera canonizado.

Tuvieron que darse las nuevas correlaciones de fuerzas, nuevas circunstancias históricas para logralo, pero Romero ya era santo, su pueblo ya lo había canonizado, y eso es más valido que el acto oficial en el Vaticano. Pero atentos, esos poderes que combatió Romero, y las pseudo-izquierdas en los poderes, quieren que San Romero sea visto como un santo inofensivo, ese es el peligro, quien se dice Romerista y no lucha por lo que él luchó, traiciona su memoria y dignidad.

Existe el peligro que Romero sea secuestrado por la Iglesia para que la gente le dedique plegarias y dejen de luchar por la liberación cultural, el otro peligro consiste en el abuso electoral que se hace de su imagen.

La muerte de Romero y miles de luchadores sociales más, cuyo grito no ha sido escuchado, aclaman justicia, sin justicia social no puede existir paz social. Las causas y estructuras que producen miseria y exclusión social siguen intactas, Rutilio y Romero abrieron un camino, pero falta llegar al final, las nuevas generaciones seguimos en esas misiones, no sabemos si tendremos éxito, pero estamos seguros de que no nos detendremos hasta ver El Salvador libre de las condiciones sociales y grupos de poder que lo empobrecen.

Romero significa luchar hasta las ultimas consecuencias para cambiar el sistema de raíz.

Fragmento de la tesis » La cuarta teoría » ( J.S. Jandres )

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