La literatura en los tiempos de hoy sigue siendo un gran desafío para el que escribe, para la gente que logra publicar, para el que compra  libros habitualmente  y para el que lee; solamente a los críticos se les hace fácil el trabajo, criticar  la literatura en los tiempos modernos es una labor que no requiere mucho esfuerzo.

Ciertamente existen magníficas escrituras, textos trabajados con esmero, dedicación y largas horas de investigación, en el caso de la poesía, captar la inspiración y saberla canalizar, luego aplicarle la técnica, romper la timidez y pretender publicar, ya eso merece aprecio.

Sin embargo,  las casas editoras se tragan todo, prostituyen la literatura y venden los libros como si se tratara de manzanas transgénicas, en los casos más comunes, superficializan la escritura y venden cantidad y no calidad.

Es de subrayar, que en la escritura emergente, el escritor piensa que su manuscrito es el mejor de todos y merece ser publicado sin pagar ni un céntimo, eso es el auto engaño, se pretende que alguna casa editora, la más famosa si es posible, toque a la puerta y haga una propuesta de publicación; hay escritoras ó escritores que escriben muy bien, pero les falta humildad.

Por otro lado, un texto podría ser el mejor del mundo, pero en esta selva de la editorial, la mayor parte de las ocasiones toca iniciar desde el inicio, desde abajo, incluso, con autopublicaciones, financiando el lanzamiento de algún libro, eso no tiene nada de extraño, lo que cuenta es iniciar ese largo camino de la escritura, es un proceso de vida, y hay casos en los cuales, las primeras ediciones casi nadie las compra, como autoironia.

Siempre estarán pendientes dos categorías de personas, los criticones y los críticos del arte; los criticones son aquellas personas que siempre buscarán ridiculizar un libro sin criterios técnicos, en cambio el crítico del arte conoce las técnicas, historia de la literatura

Decía el escritor italiano Umberto Eco, que en los tiempos actuales y del impacto en las mentes que generan las redes sociales, muchos escriben cualquier cosa y pretenden ser llamados escritores.

No faltan los promiscuos de la poesía, hay texto que leemos por todos lados y  no llegan a prosa, sin embargo, se imprimen como poemas, con la complicidad y beneplácito de ciertas casas editoras, las cuales, publican libros sin correr riesgos de inversión porque el que escribe financia todo el proceso de la publicación.

El negocio es para las casas editoras que salen como hongos en el bosque encantado, viven en un mundo estratosférico que no les permite ver que le están haciendo un daño a la literatura de calidad.

La gente que lee merece que lleguen a sus manos libros con estética, agradables y con contenidos de calidad; por fortuna, dicen los estudiosos, que el arte de la escritura es uno de los oficios que estará  presente en el futuro post-atómico.

Jandres J.S.

 

 

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