Esas fueron las palabras de la ex candidata a la presidencia Sandra Torres en Guatemala. Y retomo este tema porque, por un lado, me parece de lo más absurda la afirmación; y por otro, retorcida la idea, mas porque es falsa. No podemos hablar que “la ignorancia es la riqueza de un pueblo” porque, primero, se está promoviendo la cultura de la incultura; y, segundo, porque una población ignorante o inculta es mucho más fácil de ser manipulada.

Estas palabras han quedado grabadas en el cierre de campaña de la Sra. Torres. No podemos generalizar que quienes simpatizan con un partido sean ignorantes porque no lo hacen por el mío, simplemente, – y viéndolo desde otra perspectiva – la gente busca quien les resuelva sus problemas, cuando cada uno de los miembros de una misma comunidad nos debemos mover para hacer que ella crezca. 

Podemos decir que, para que este barco llamado Estado se mantenga a flote y navegue a puerto seguro, todos los tripulantes llamado población debemos remar en donde nos toca para lograrlo. 

Pero, como se dijo, muchos votan o por las propuestas, o porque están comprados o porque les conviene más, o porque es tradición familiar seguir dicho partido político. Algunos candidatos quisieron importar modelos del exterior. Realmente, cada país tiene sus propias circunstancias y su propia idiosincrasia, no podemos importar modelos que, puede que hayan funcionado en un país, pero talvez no funcione en otros. Algunas propuestas son descabelladas, fuera de contexto, y alejados de la realidad. 

No podemos llamar ignorantes a un cierto grupo, ya que, como dice Albert Einstein, o a él se le adjudica, que todos somos ignorantes, pero no todos ignoramos las mismas cosas, pero, en cuestiones políticas, la mayoría de la población – porque no son todos – somos ignorantes en ello, y vamos eligiendo a quien más capacidad de convencimiento tenga. Si tuviéramos educación política, no nos dejaríamos llevar por cualquiera que ofrezca arreglar los grandes problemas que tiene un país durante su gestión, o con propuestas “sacadas debajo de la manga” e ilógicas.

Ya Platón hablaba de estos temas en su monumental obra “La República”. Tocó temas de capitalismo, comunismo, y socialismo – aunque no los nombraba como tal – no como los conceptos que se conocen en nuestro tiempo. El filósofo alemán Arthur Schopenhauer dijo algo muy acertado. Parafraseándolo dice: “en Platón están todos los temas actuales, lo demás solo son anotaciones al pie de página de su obra”. 

Platón criticó fuertemente la democracia de su época, ya que ya estaba en práctica, como una de las peores formas de gobierno, ya que este lleva a la anarquía, al desorden social, y, por último, ya tocando fondo, está la tiranía, los gobiernos totalitarios y autoritarios, el gobierno del uno por sobre todos. Aunque, como todo, está basado en ciclos, el ciclo de la democracia para darle paso a la tiranía. Como ya no podemos ir más al fondo, más profundo, no tendremos otra opción que despertar y resurgir. 

Aunque este escrito no está destinado para hablar de Platón – aunque no está demás hacerlo para conocer el origen de toda esta locura – solo podemos resumir que Platón siempre proponía el gobierno de los sabios, el aristos, el hombre que ha aprendido a gobernarse para gobernar, el de los hombres de oro, dividiendo al Estado en diferentes tipos de hombres: de oro o sabios, de plata o guerreros, de cobre u orfebres, de hierro y barro los comerciantes y artesanos. Posiblemente, como parte de la vida, debemos pasar por todos los ciclos.

Todos los países tienen sus periodos de oscuridad y de esplendor. No sé si Guatemala al fin verá un poco de luz con la llegada de Arévalo hijo al poder. Pero, mientras tengamos no tengamos otro sistema político más acorde a cada uno de nosotros, solo el impuesto por los países más poderosos, y, una idea de democracia muy pobre, tenemos que cumplir el rol de ir a las urnas a “elegir” quien nos va a gobernar, y de todas las opciones habidas y por haber, votar por “la mejor opción”, o, en su defecto, “al menos peor”, mientras esperamos o lleguemos a ver el ascenso del más sabio para dirigir y gobernar.

Claudia Figueroa.

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