NOTA PÉSAME PARA LA HISTORIA SALVADOREÑA.
Sí, todos saben que esto es cierto, pero muchos no lo admiten ¿por qué?: Quizá vergüenza, quizá miedo ante un futuro incierto, quizá entraron en negación o simplemente no leen. El país sangró, sangra y sangrará, quisiera que ésta nota fuera más optimista, tal vez el próximo artículo lo sea… Pero hoy no.
Hoy, no se puede ocultar la luna con un suspiro de ilusión efímera, sería insistir neciamente en vivir una nefasta realidad que se repite una y otra vez, una y otra vez… ¡Una y otra vez!, con muchas moralejas de las que inútilmente no se aprende nada, es como una especie de sabotaje a la esencia de la vida.
Pero, aunque ya sepan esto, no está de menos recordar cómo empezó todo:
En primer lugar, el continente americano, no es el nuevo mundo, ni fue descubierto, ni convertido en una civilización. Ya era un viejo mundo, con civilizaciones perfectamente estructuradas y diferentes culturas muy definidas; aquí nadie vino a civilizar a nadie, el someter a pueblos mediante la pólvora (invento de los chinos, por cierto) no es sinónimo de poderío, pero sí de barbarie.
Después de siglos de dominio español y saqueos, surge un grupo de criollos con excelente posición económica, ambiciosamente aspirando a crear la primera oligarquía que estableció las bases de las que conocemos en la actualidad. Éstos criollos adinerados, mal llamados próceres de la independencia, utilizaron al pueblo para lograr sus objetivos: Lograr la independencia de la monarquía española, para crear su propia versión de esclavitud.
Y, así transcurrió el tiempo hasta llegar a las dictaduras militares, siendo el gran referente de éstas, el genocida Maximiliano Hernández Martínez, quien ni si quiera era salvadoreño, era de nacionalidad hondureña. El pueblo continúo siendo sometido, tiranizado, explotado, abusado y despojado, sin un ápice de misericordia.
Así transcurrió el tiempo y las oligarquías son las verdaderas dueñas de El Salvador, las que deciden quiénes viven y quiénes mueren, quiénes merecen tener una educación integral y quiénes no, quiénes tendrán derecho a una vida digna y quiénes estarán condenados a la pobreza de por vida.
En éste punto reinará el silencio, por la insistencia enfermiza de que la historia del país sea tristemente cíclica, por no crear precedentes de cambios genuinos, lamentablemente todos los que llegan al poder sin excepción, llevan una agenda de intereses particulares perfectamente diseñados y listos para ser cumplidos y en esa agenda las necesidades de la población no son una prioridad. No, los políticos no cambian cuando llegan al poder, ellos ya tenían muy claro desde antes cuáles eran sus objetivos.
Y, mientras tanto, el país continúa polarizado, cegado por el fanatismo enfermizo y por la influencia masiva de las redes sociales, cegando la lógica y el sentido común de una sociedad que aspire a cambios genuinos para beneficio de la nación.
“Lo preocupante no es la perversidad de los malvados, sino la indiferencia de los buenos”
Martin Luther King.
COLUMNISTA: Luisa Maryel Toscana.