La contudente victoria de Iván Duque en Colombia, es la señal que el suramericano país se encamina hacia un choque frontal con las fuerzas progresistas de las izquierdas, entre ellas, las Farc, movimiento político ex-guerrillero, con insuficiente apoyo de parte de la población Colombiana.

El neo presidente, de 41 años, tomará un país emproblemado a nivel económico, polarizado a nivel político, pujantes grupos paramilitares y el poderío de los carteles que se mueven como un poder en las sombras.

Se pondrá a prueba con sus promesas emblemáticas,, » anticorrupción, seguridad y justicia «; iremos corroborando hasta donde toca la corrupción, a quienes les brindará seguridad y justicia para quien, en un país ensangrentado, con genocidios, cuyos actores materiales e intelectuales no son sometidos a jucio.

Y si eso fuera poco, analistas Colombianos manifiestan, que, Uribe podría ser el verdadero artífice del nuevo gobierno, eso implicaría, la profundización de los antagonismos en la sociedad Colombiana y el posible aumento de la represión a los movimientos de las izquierdas y ex-guerrilleros de las farc y del ELN.

Ante el nuevo panorama, la Colombia en manos de los grandes capitales, multinacionales y la economía en depresión, de cumplirse las promesas electorales, Colombia se encaminaria hacia los brazos del neoliberalismo y se abriría la hipótesis del retorno a las montañas de los guerrilleros que se sienten vulnerables y no protegidos por el Estado.

Estaremos dandole seguimiento a los acontecimientos de la Colombia de Bolivar, la hoja de ruta del nuevo gobierno en el discurso de toma de poder el 7 de agosto, nos dará las pistas para seguir interpretando el rumbo del país.

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