Este tema es un poco álgido. Y no lo digo por el contenido que vamos a ver, sino que es una realidad y de nosotros depende estar sanos. Lo que voy a hablar tiene mucho que ver con la educación. Aunque me dijeron una vez que se necesitaba tener hijos para hablar de ello, cosa que no es cierto, tampoco es necesario ser médico para hablar de salud, pero si lo es para hablar de tratamientos y enfermedades. Como decían los antiguos filósofos, entre ellos médicos como Hipócrates: “que tu alimentación sea tu medicina; y tu cocina, tu farmacia o botica”. Un porco parafraseando, pero nos vamos a guiar en esta premisa para lo que nos toca ver.

Déjenme contarles una anécdota. La primera vez que me puse a dieta. No recuerdo todos los detalles, pero recuerdo perfectamente que era una dieta mata hambre, mucho pan, azúcar, y poca proteína. Incluso ahora se sigue demonizando todo lo que nos puede sanar como el huevo. Y no es culpa de nadie, la verdad, es por la narrativa que se ha estado dando todo el tiempo: la grasa es mala y los carbohidratos, buenos. Y eso es lo que nos han dicho con la famosa pirámide nutricional. 

Como dije, este es un tema álgido y voy a tocar un punto muy importante: la nutrición infantil. Como docentes nos damos cuenta en clase si los niños están sanos porque se alimentan bien o enfermos o viven enfermándose por la misma alimentación. Una de las cátedras que cursé en la universidad fue eso, salud y nutrición infantil. Y vamos a ver cómo podemos abrir los ojos un poco a este respecto. 

No voy a hablar tanto de mi experiencia en cuanto a las dietas y lo que he hecho para estar sana, porque se haría demasiado largo, pero si voy a hablar de una parte de la salud que nos compete a todos, y es sobre las adicciones. Aunque este es otro tema bastante amplio que lo vamos a tocar más adelante por lo que vivimos en la vida diaria, nos vamos a enfocar en la mayor adicción que tenemos y que más se ha normalizado desde que somos niños: el azúcar, el dulce.

Si nos fijamos atentamente, el dulce y el azúcar es parte de nuestra vida cotidiana. En los niños, por ejemplo, la fórmula para bebés es una de las más tóxicas, ya que, entre sus ingredientes hay aceites vegetales, leche de vaca, azúcar que viene de la lactosa, ah, pero los pediatras las recomiendan para dárselas a los lactantes. Es mucho más sano darle leche vegetal que leche animal cuando ya han dejado de ser amamantados por su madre. Si la fórmula es tan buena para los bebés ¿por qué les dan cólicos? Debemos de aprender a leer las etiquetas y ver qué contiene para poder dárselas a los lactantes, una de las razones por la que los bebés presentan cólicos, es por la inflamación producida por más de alguno de los ingredientes que tiene la fórmula, por ejemplo, el aceite vegetal.

Organizaciones médicas de Sidney, de la Unión Europea, Cambridge entre otras han detectado que los aceites vegetales, llámese de girasol, de canola, de cualquiera que se compre en los supermercados son creados en laboratorio, su uso está destinado para los carros. Se han hecho experimentos sobre el rendimiento del aceite de cocina en el motor de los vehículos y funciona. En el cuerpo humano, está más que demostrado que no son buenas para la salud.

En nuestras manos está el de cuidarnos, conocer nuestro cuerpo, escucharlo. Con todo lo que estamos viendo hasta la fecha, y, si quieren buscar datos en la OMS, hay estadísticas que hablan del aumento alarmante de casos de hipertensión, diabetes tipo 2, tipo 1, alzhéimer, cánceres, enfermedades renales, párkinson. En nuestras manos está nuestra salud, está el cuidarnos. Nadie nos va a cuidar si nosotros no lo hacemos, no podemos buscar curas milagrosas. Que es caro, puede ser, pero nuestra vida y la de los tuyos lo valen. Empecemos a tomar las riendas de nuestra vida y comer sano, no saludable, porque lo “saludable” nos puede terminar matando.

h.c. Claudia Figueroa

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