El Salvador: Pandemia, economía y pobreza.

( Imagen del editorial tomada de El Economista )

En este 1 de mayo 2020.

Pareciera un duelo entre el presidente de la República contra todo el que se atreve a opinar en contra; las encuestas lo siguen ubicando con alto grado de popularidad, la última de estos días, la encuesta de la Universidad Francisco Gavidia realizada entre el 23 y 27 de abril brinda resultados favorables al «presi», ( como se abrevia en las redes sociales ) según la opinión de 1222 encuestados vía telefónica a nivel nacional.

Un muestreo interesante, al interno de los resultados del sondeo podemos evidenciar algunas cosas que nos atraparon la atención, más allá del hecho que la imagen del presidente Nayib Bukele se mantiene arriba; sin embargo, la gente aplaude al presidente mientras tiene fijas en su mente tres cosas fundamentales en estos momentos, » Cumplir compromisos financioros, no contagiarse del Convid-19 y el temor que le disminuyan el salario».

Es como que la población le dice al mandatario, » lo apoyo presidente, aún sabiendo que mi situación económica quedará dañada «.

No es cosa poca, según la Comisionada presidencial para Operaciones y Gabinete de Gobierno, Carolina Recino, planteó en estos días que el Estado Salvadoreño dejará de percibir 300 millones de dolares a causa de las medidas preventivas del coronavirus, pero sigue tocando la llaga al mencionar que 200,000 personas están en espera de reincorporarse a sus labores, cuyas economías están siendo golpeadas.

Como se trata de dejar datos oficiales, el análisis va en la dirección de hacer un primer abordaje del impacto económico post-coronavirus en El Salvador, a simple vista y por sentido común, que no siempre es el más común de los sentidos, intuimos que la economía familiar salvadoreña no estaba caminando bien antes de la cuarentena preventiva, eso da pie para suponer que luego del encierro obligatorio de millones de personas en el país, la economía de la mayoría de salvadoreñas y salvadoreños será altamente dañada.

Hagamos un ejercicio de lógica elemental.

– Primera premisa: Las proyecciones del Banco Mundial de 2018 eran que el país crecería el 2019 el 2.6%, pero el resultado fue de 2.3%.

– Segunda premisa: Las proyecciones del Banco Mundial de 2019 eran que el país crecería el 2020 el 2.5%, pero el resultado de los nuevos cálculos bajo los efectos del coronavirus es de la caída de la economía al -4.3%.

Como resultado podemos inferir: Aumento de la pobreza.

Estas dejan de ser especulaciones y se convierten en variables y constantes que tenemos que procesarla en la interpretación política, los datos por si solos nos presentan un panorama aterrador, pero al pasarlo por el filtro del análisis y cuadros comparativos, podemos tener un escenario más completo, porque la ciencia de la economía es muy útil, pero sirve poco cuando se aleja de las otras ciencias, por lo tanto, hay que enmarcar el contexto mundial, regional y local.

Se suman otros elementos, la calificadora de riesgo Fitch Ratings plantea que El Salvador ha bajado en estas semanas de B-Estable a B-Negativo, a muchos no les puede importar esa calificación, pero a nivel de perspectiva de crecimiento, competitividad, microeconomía, mediana y pequeña, esas calificaciones se traducen en perdidas.

Si sumamos al estudio que nos ocupa hoy, la caída del 20% del ingreso al país en concepto de remesas que va impactar en el 15% de ingresos fiscales, traducido, menos dinero para el Estado.

La carta que se ha venido jugando el gobierno es el endeudamiento al infinito, pero que traerá consecuencias cada vez más pesadas ante los compromisos de pago, para citar un ejemplo, la misma agencia de riesgos prevé que de seguir la tendencia del gobierno en endeudar cada vez más el país, para el 2022, la deuda puede llegar al 90% del PIB, que traducido en lenguaje de los que no somos economistas, se puede decir, que de cada dolar ( 1 dolar ) se deberán 90 centavos.

Ahora bien, procesando en la computadora de nuestro cerebro todos esos datos, podemos seguir deduciendo que la llegada del Javier Siman a la cabeza de la ANEP presenta la señal que el gran empresariado de El Salvador quiere tener buenas relaciones y buenos negocios con el gobierno, Javier Siman, el hombre que fue humillado por su partido Arena, es la carta más blanda de la oligarquía, con el cual el presidente podrá dialogar con tranquilidad y crear acuerdos.

Desde otro punto de vista, no podemos afirmar que los logros en perdonos fiscales, salvatajes y otros beneficios que busca el gran capital salvadoreño, se puede traducir en oxigeno para el mediano y pequeño empresario, son varias economías que viajan en diferentes velocidades; la gran empresa es la que menos a perdido en esta guerra mundial contra el virus, en segundo lugar de daños directos y colaterales están las medianas empresas en la industria, comercio y servicios.

En los lugares más bajos de la crisis se encuentran los pequeños empresarios y el ingreso de las familias, en última instancia están las trabajadoras y trabajadores que han perdido sus empleos, los miles de compatriotas que se ganan la vida en las ventas ambulantes y la gente cuya economía ya estaba en crisis antes de la pandemia.

Pero observamos, que a pesar de los anuncios de prestamos y amortiguadores sociales para la mediana y pequeña empresa, a pesar de esas promesas, seguirán siendo los más pobres, los realmente desposeídos en El Salvador a pagar las consecuencias del modelo neoliberal en el país que mantiene la lógica que el mercado se debe auto-regular y que la competitividad se basa en el que el pez más grande se come al más pequeño, con esa mentalidad, los prestamos que haga el gobierno por medio de CONAMYPE u otras entidades, corren el riesgo de ser impagables, no prestarle dinero a las medianas y pequeñas empresas sería peor.

Se estima que existen más de 300 mil pequeñas y micro-empresas, de esas, casi la totalidad han sido afectadas por el encierro preventivo contra el coronavirus, la Cámara de Comercio estima que más del 90% han salido perjudicadas del impacto paralizador de la economía en el país.

Antes del impacto de la pandemia en El Salvador, MIPYMES ( Micro, pequeñas y medianas empresas ) venían solicitando ayuda con estímulos de implementar de manera rápida para flotar en el mercado, con la entrada en vigor de los decretos presidenciales de encerrarse en las casas, esas economías pequeñas y fluctuantes, han salido derrotadas por el mercado que se auto-regula para favorecer siempre a los grandes empresarios, el problema está ahí, que independientemente del tipo de gobierno que se tenga en el país, es el modelo neoliberal el que dibuja la ruta de la economía.

La población salvadoreña somos optimistas incluso en los peores momentos, en un Estado laico y joven democracia, la toma de conciencia en el rol proactivo de cada ciudadana o ciudadano debe perfilar la cooperación, el criterio propio y pasada la pandemia, doblarnos las mangas de la camisa y trabajar, esperando que a nivel de comprensión política, dejemos de distraernos con los juguetes en las redes sociales, noticias falsas por todos lados y nos concentremos en pensar en otro modelo de economía en El Salvador.

En todo este rollo, los bancos serán los grandes ganadores, porque más allá de la ayuda que pueda dar el gobierno  a las medianas, pequeñas y micro-empresas, mucha gente visitará con frecuencia las oficinas de los bancos para hipotecar la vida.

Y pensar que es 1 de mayo, día del trabajo, de las y los trabajadores de todo el mundo, nuevos vientos soplan por el horizonte, necesitamos urgentemente una nueva mentalidad económica y dejar de ser consumidores, necesitamos ser más persona y menos máquinas en la dinámica del capitalismo que destruye todo a su paso.

Jandres JS

Salvadoreño residente en Italia.

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