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Diario de una protesta.

Las frases de fuerza: «Sciopero oggi, sciopero domani», -Huelga hoy, huelga mañana, «Tocca uno tocca tutti», -Toca uno, toca a todos, «Lotta, dura, senza paura», -Lucha, dura, sin miedo.

Eran las nueve de la noche del día viernes 2 de diciembre cuando salí de la ciudad donde vivo hacia el primer punto de encuentro; el frío entraba en su apogeo, iniciaba a llover, como un augurio que sería una aventura excepcional, un viaje con el que voy cerrando el año casi pospandemia.

A las 11 pm salimos del segundo punto de encuentro hacia un gigantesco aparcamiento industrial, decenas de containers y cabezales de furgones de la gran bodega llamada aquí en Italia, «logística», ahí conocí la escuadra de trabajadores y trabajadoras a los que iba sumarme, luego fueron llegando cada vez más personas; la mayoría migrantes latinoamericanos y algunos de origen africano, la primera impresión fue de la supremacía musical latinoamericana, un joven sacó de su mochila una cajita sonora y la puso en el pavimento, y de forma automática alguien abrió la primera botella de vino blanco, entre presentaciones y euforia, esperamos la llegada del bus que nos transportaría hasta Roma; fueron más de 150 buses de toda Italia que transportaron a miles de trabajadoras y trabajadores principalmente del sindicato SI Cobas.

Salimos a las 12 de la noche, a 7 kilómetro se subió otro grupo, con el que se completaron los asientos, desde ese punto, pasaron casi 8 horas hasta llegar a nuestro destino, fue una noche particular, pocos durmieron y otros, dormimos poco; a dos asientos de donde estaba yo, dos ecuatorianos se vistieron de fiesta y no dejaron descansar ni un minuto su cajita de sonido, a no ser, los escasos segundos para cambiar de canción a canción y abrir vinos rojos y blancos que fueron parte del viaje; tres veces nos detuvimos en el camino para poder mover las piernas y tomar café en los autogrills.

Tipo ocho de la mañana, luego de una interesante noche de discoteca móvil, el bus se detuvo en el aparcamiento de la estación de la parada de la metro de Roma, llamada Anagnina, Metro A; teníamos que movernos en la metro de la estación Anagnina hasta Termini; llovía, como todo aventurero, me descubrí sin paraguas y me cubrí la cabeza con el abrigo mientras seguía a los primeros manifestantes que se apresuraban a entrar en el atrio de la estación de la metro, creo que fuimos el primer grupo en llegar, el primer acto fue comprarle tres paraguas a uno de los migrantes de la zona que vendía con esmero los preciados inventos, mi cuñado pagó 10 euros por tres paraguas, entre los colores, uno verde, mi color preferido; el segundo acto fue buscar un baño, un bar y la billetería para los tikets de la metro, cuando nos disponíamos a comprar los tikets, nos comentan que todo estaba planificado para usar la metro, en efecto, siendo SI Cobas de los pocos sindicatos más combativos y valientes, la protesta inició justo en el ingreso de la metro, el resto, ya es leyenda.

El entusiasmo era evidente, la mítica canción de Bella Ciao no podía faltar y Margarita contribuyó en seguir la tradición en Italia.

De la misma forma que entramos, en masa, salimos a la estación de Termini, este año, era mi segundo viaje a Roma por diferentes motivos, me familiaricé con el lugar y desde ese momento, casi de forma instintiva nos dividimos en escuadras por el centro de Roma, miles de manifestantes, unos 30 mil camuflados de turistas, los delegados del sindicato nos dijeron que la manifestación oficial iniciaría a las 2 pm desde Plaza de la República, por lo tanto, teníamos cinco horas para hacer turismo, pero antes, era necesario desayunar, alguien indicó el MCdonald’s, pero mi primo dijo que no porque era un negocio del Imperio, por lo tanto, decidimos ir a una cafetería administrada por migrantes de India o de algún país árabe, la desventaja era que ahí no vendían cervezas, pero la imaginación latinoamericana es sin límite y siempre existe la reserva estratégica en las mochilas que contenían ropa de cambio, alimentos y bebidas, en la mía, también algunas medicinas.

El desayuno no fue de lo mejor, pero la compañía fue fantástica, mientras nos conocíamos más y comíamos, planificábamos a que lugares ir en esas escasas cinco horas libres, y pensamos ir a la «Fontana di Trevi» y al Coliseo, iniciamos a caminar de nuevo de forma casi instintiva, y en cada calle de Roma fuimos apreciando las artes, toda la Ciudad es historia de los vestigios de lo que una vez fue el Imperio Romano, sin embargo, entre la fuerza cultural de Italia se encuentra el arte en todas sus expresiones, y eso buscábamos, fuimos apreciando cada esquina, cada callejuela y cada estructura arquitectónica.

La lluvia caía a cantidades industriales como si no existiría un mañana, los paraguas y capas plásticas no salvaron nuestros pies que inevitablemente estaban totalmente mojados, pocos andaban botas, la mayoría anduvimos el resto del día y la noches del sábado, y la madrugada del domingo, con los zapatos mojados.

Muchas cosas teníamos en común, queríamos almorzar en un restaurante local, queríamos comer la «pasta alla carbonara» y otros platos de tradición romana y los vinos de la zona, quedamos satisfechos de la atención y algunos logramos recargar nuestros teléfonos para ir documentando esa experiencia de protesta.

La «pasta alla carbonara» tiene varias historias, la más pegada a la realidad se remonta a la segunda guerra mundial y la línea de fuego llamada «Línea Reinhard», ese plato nace en ese contexto de la segunda guerra mundial en los Appennini italianos, luego llega a Roma y el resto está en los menú de los restaurantes.

Salimos del restaurante rumbo al Coliseo, la lluvia daba minutos de tregua, pero de igual forma, ya no nos importaba, sabíamos que la misión era la protesta en el corazón de Roma y la lluvia era lo más insignificante en ese momento, nuestros ojos admiraban todo lo que era posible ver en ese puñado de minutos disponibles, luego, nuestra marcha hacia la incorporación a la protesta que ya estaba concentrando estudiantes y trabajadores de casi todos los sectores en la Piazza della Repubblica.

Como todos los luchadores sociales, primero es de identificar el sito de la marcha, el grupo de origen según la zona de donde se llega, observar los dispositivos de la policía italiana, identificar a los delegados del sindicato encargados de cada grupo; muchas cosas observé, por ejemplo, que la marcha estaba compuesta por líneas, en algunos grupos una línea estaba conformada por 12 personas, y otras por 6 personas, en el grupo que me tocó estar, eramos seis líneas de 6 personas, dos delegados sindicales se aseguraban que nadie rompiera su línea y guardaramos la distancia adecuada, luego están los agitadores, el relevo para llevar las mantas gigantes al inicio de cada grupo; solo se dio un incidente que no pude fotografiar, un automovilista intentó atropellar un manifestante a pocos metros de un puesto policial, la policía no tomó medidas contra el motorista, un comportamiento que indignó al grupo de manifestantes de ese punto de la marcha.

Por motivo de documentar esta protesta, me desplazaba por casi toda la marcha, fuimos miles, no pude llegar hasta el inicio ni al final, pero enfoqué lo que consideré más relevante; los temas de la marcha fueron puntuales, contra el costo de la vida, pedir siete horas de trabajo al día, igualar el salario mínimo y contra el envío de armas de Italia a la guerra con el epicentro en Ucrania; seguramente, luego de la demostración de fuerza del sábado, el gobierno puede sentarse a conversar con los sindicatos y poner sobre la mesas esos temas, se necesitaran más protestas para concretizar los resultados, lo del sábado, es solo el inicio de un nuevo ciclo de luchas contra el nuevo gobierno ultraconservador y neofascista en Italia.

Los medios sacaron la noticia el mismo día, pocos minutos despues del fin de la marcha.

Regresamos a la estación de Termini para tomar la metro A rumbo a la parada final llamada Anagnina, salimos de Roma como a las 7:30 pm, al regreso ya no hubo música a escuchar, estábamos cansados, y cada quien a lo mejor escuchaba musica con sus auriculares, muchos se pusieron a ver el partido del mundial, otros nos pusimos a buscar las primeras noticias de la marcha, comer en el bus los panes previamente preparados y tomar, principalmente, agua.

Luego, muchos dormíamos, al regreso se detuvo el bus una sola vez en el autogrill, el resto fue noche y lluvia hacia el norte de Italia.

Llegamos a las 2 de la mañana al mismo aparcamiento del viernes, nos despedimos, luego tomamos el carro de mi primo y nos encaminamos hacia la ciudad donde vivo, todavía teníamos casi una hora de viaje, era de madrugada, llegamos cansados pero con gran entusiasmo.

Considero que el 85% de las personas que asistimos a la manifestación en Roma somos migrantes, ese porcentaje somos trabajadores migrantes o hijos de migrantes, es el nuevo rostros de las protestas y los sindicatos, nos toca asumir los nuevos y duros desafíos de esta etapa de la humanidad, no será fácil, pero ya inicio otra sociedad italiana, inevitable la sociedad multiétnica e interétnica.

Dormí cinco horas, me levanté con la fuerte idea de escribir esta experiencia como parte de un diario de protestas, luego de un majestuoso desayuno salvadoreño, lujo que solo los fines de semana tengo, y luego del ritual de leche con café, después un café y luego, ordenar las fotos y recordar vídeos, escribir y corregir, colgar el artículo en El Emporio Digital, y antes de subirlo a la red, leo el texto para encontrar cosas de mejorar y corregir.

Es domingo 4 de diciembre 2022, 7 grados de temperatura ambiente y llueve en el norte de Italia.

Jandres JS.

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