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¿GUERRA O PAZ?
“Sólo conozco dos males bien reales en la vida: el remordimiento y la enfermedad. Sólo en la ausencia de esos males está el bien”. León Tolstoi, Guerra y Paz.
Realmente, esa es una pregunta sin contestar en El Salvador. ¿Será que realmente hay paz o seguimos en guerra? Después de la firma de los acuerdos de paz, dice la historia que se desmovilizaron a los ejércitos de la guerrilla y depusieron las armas. Para entrar en un proceso de paz, es necesario hacer las paces con el pueblo. Pero eso es algo que no se hizo, y menos en El Salvador.
Durante la década de los años 80´s, El Salvador vivió un tiempo muy convulso. La guerra civil afectaba a las familias salvadoreñas. Muchas tuvieron que emigrar para buscar una mejor vida. La mayoría, solicitaron asilo en los Estados Unidos. Y allí es donde quiero empezar esta pequeña historia. Aunque hablamos de El Salvador, cabe destacar que todo el triángulo norte de Centroamérica sufría el mismo destino obligando a las familias a emigrar para buscar un mejor nivel de vida.
Una de las maras más conocidas, tanto por su historia, como por su letalidad es la mara salvatrucha o la MS -13. Esta nace en Estados Unidos, en las zonas más marginales del Estado de California, durante la década de los 80’s por consecuencia de la guerra civil que azotó al país, como resultado de la guerra fría que Estados Unidos tenía con la Unión Soviética.
En ese tiempo, en los barrios latinos de California, existían las pandillas mexicanas que controlaban los asentamientos. Allí empezaron a surgir las maras y a proliferarse. Por supuesto, dentro del léxico salvadoreño: mara, significa grupo de gente o amigos, salva es el diminutivo de salvadoreño y trucho significa listo, o inteligente.
La épica batalla entre la MS y la mara del barrio 18 o mara 18 es ancestral. Desde que se originaron en Estados Unidos. Una de las batallas más sangrientas de la historia, tanto, que ha despertado las alarmas de las autoridades estadounidenses que desde entonces las están combatiendo.
De pandillas rivales, a mafia criminal y terrorista fue evolucionando. Mientras sus miembros eran arrestados, lejos de diseminarse, los fortalecían más. Algunas fuentes cuentan que coquetearon con las grandes ligas del narcotráfico y el narcomenudeo. Las deportaciones de pandilleros a Centroamérica obligaron a la formación de estos grupos delictivos en esta región, convirtiéndolos en una organización transnacional. Aquellos miembros que no tenían nexos culturales o históricos o lazos sociales y familiares, crearon grupos más pequeños llamados clicas. Como se dijo antes, los jóvenes, en ese momento, buscaban una salida para su situación de violencia familiar y precariedad económica.
Las pandillas son organizaciones jerárquicas – ojo, solo hago un esbozo del mundillo de las maras para comprender su contexto que no solo es el terrorismo – se supone que obedece una jerarquía, lenguaje común y código de conducta, que se diferencia en cada país donde se encuentran, cada célula tiene sus respectivos “corredores” o “palabreros”, algunas tienen “primera palabra” y “segunda palabra”, refiriéndose a sus líderes. No hay un liderazgo único, sino pequeños adalides con más o menos poder, por eso son tan difíciles de combatir, porque cuando una cabeza cae, otro asume el mando.
Como bien se ha mencionado en el artículo anterior, la violencia genera más violencia. Las estrategias ocupadas por los gobiernos de derecha o de izquierda, han recrudecido más la violencia en estos grupos. Dice un dicho que, así como tratas a la gente, de igual manera van a responder. Los programas de “mano dura”, “mano super dura”, en lugar de ir disminuyendo el problema, lo ha ido aumentando.
Un estudio reciente indica que, la proliferación de las iglesias evangélicas ha generado el aumento de miembros de las pandillas, ya que, según este estudio, dice que son las madres, específicamente, quienes pertenecen a estos centros religiosos.
“Educa al niño desde el inicio y no tendrás que castigar a los hombres”. reza la máxima de Confucio, que realmente, es una orden para padres, maestros y sociedad completa. Donde existen células de pandillas, es porque el país está enfermo. Ya que todas las instancias del gobierno están fallidas, y, aunque no se puede culpar al sistema educativo en sí, se puede indicar que hay malos docentes sin vocación de servicio, hace que se incremente el número de pandilleros vulnerando todos los sectores de la sociedad, tanto a mujeres como a niños, vulnerando a la sociedad en lo social, lo económico y lo político.
Las pandillas son como la Hidra de Lerma, cortas una cabeza y le crecen más. Así como al animal, se van expandiendo sus tentáculos cada vez más, es de buscar su punto más débil para atacar, porque si no, se corre el peligro que siga creciendo y el país empiece a agonizar hasta desfallecer sin vida propia.






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