LOS VIRUS QUE MATAN A LA NACIÓN.

( Imagen tomada de internet )

Cuando se abren y se cierran ciclos, siempre hay muchas enseñanzas de las cuales se deben aprender distintos ángulos de ver la realidad social; de todo lo malo siempre hay recursos que retroalimentan lo bueno y de todo lo bueno surgen los motores que conducen a las almas comprometidas con la justicia, a luchar por hacer lo éticamente correcto.

Cuando no se aprende de los ciclos y se olvidan dichas enseñanzas, surgen los errores históricos de los cuales todos los protagonistas son culpables. Si, culpables, por perder la conciencia investigativa, por la pasividad de solo ver y dejar fluir los hechos, aunque éstos últimos atenten contra la dignidad humana; por el miedo al sentido crítico y objetivo de ver cada contexto social de forma imparcial, buscando sobre todas las cosas el bien común.

No se puede luchar por la justicia cuando la cultura de una sociedad, se ha vuelto egoísta, individualista, carente de sentido crítico, analítico y autómata. Una cultura secuestrada por el consumismo, por la manipuladora publicidad de las redes sociales, de los medios de comunicación y tristemente por la influencia negativa de los políticos. A los cuales no les interesa tener una sociedad educada, pensante y crítica, ya que esto les dificultaría en gran manera la manipulación generalizada de las masas.

La esperanza de un país, jamás debe radicar en un partido político, pues esa esperanza nace y vive en el mismo pueblo, el cual tiene la capacidad de decidir el rumbo de su nación, la autoridad de elegir las leyes bajo las cuales puede obtener la gobernabilidad deseada, incluso puede reservarse el derecho de quitar y poner gobernantes, si éstos no tienen como fin principal velar por los intereses del país. Quien decida asumir la gobernabilidad de los diversos poderes de una nación, debe contar sobre todas las cosas con el permiso de sus ciudadanos y consultarles a ellos, cada decisión a tomar, no debe haber confusión en este punto, el patrón es el pueblo y es quien da el financiamiento de cada proyecto a través de sus impuestos.

Cada partido político que ostente al liderazgo, en cualquiera de los tres poderes que rigen a la nación: Ejecutivo, Legislativo o Judicial. Debe estar muy claro que los actos de corrupción siempre terminan pasando una valiosa factura, pagada en primer lugar por los ciudadanos, en segundo lugar, por la justicia que continúa siendo secuestrada por intereses oscuros y en tercer lugar por el futuro de la nación.

Se mencionó la frase ¨prohibido traicionar”, pero lamentablemente no se aclaró con detalle a quién es que no debía traicionarse, porque definitivamente esa frase no aplicó y por lo visto no aplica, ni aplicará para el pueblo salvadoreño que muere a pausa ante tres criminales virus: EL COVID – 19, la corrupción y el hambre.

“Hay gente que se adora la plata y se mete en la política, que se meta en el comercio, en la industria, que haga lo que quiera, no es pecado, pero, la política es para servir a la gente”

José Mujica
Ex presidente de Uruguay.

 

COLUMNISTA: Luisa Maryel Toscana.

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